Este sábado se cumple un año de la desaparición de Federico Bono en Huerta Grande. Sin nuevos datos ni avances en la investigación, el paradero del hombre de 44 años continúa siendo una incógnita y las últimas fotos que envió desde las sierras la única pista firme en la causa.
Su último contacto fue a través de una seria de mensajes que intercambió vía WhatsApp con María, su mamá. Entre ellos están esas fotografías con un paisaje de las sierras; plantas silvestres y el comentario sobre sus ganas de “pasar unos días en la montaña”.
Los envió el 8 de julio de 2022 pero, horas después, todos los intentos de la familia para volver a comunicarse terminaron en el contestador automático del celular. Desde ese mediodía, nunca más se supo de él.
“No sabemos nada de lo que le pudo haber pasado, o no, a Fede. En la Fiscalía nos dicen que están atentos a cualquier actividad que pueda registrar su celular, pero los cierto es que todo está en pausa y no hay pistas nuevas. Lo único que tenemos es esperanza y fe. No le encuentro explicación, pero pasó un año y sigo pensando y sintiendo que está vivo”, afirmó María en diálogo con La Estafeta.
Un día antes, el 7 de julio, Federico había llegado a Huerta Grande desde la ciudad de Córdoba, donde residía. Como era habitual, la idea era para pasar unos días en la casa de descanso que la familia tiene en el barrio Villa de los Diques, en esa localidad.
Luego de perder contacto, la familia radicó la denuncia sobre la desaparición y se trasladó desde Esperanza, Santa Fe -de donde son oriundos-, a Huerta Grande. La llave de la casa estaba puesta del lado de adentro y en el interior de la vivienda encontraron la mochila de Federico y su billetera con los documentos. No se detectaron señales de violencia o el faltante de ningún elemento.
Avanzada la investigación, de hecho, tanto el informe del gabinete especializado de Policía Judicial como la familia coinciden en que Federico abandonó la vivienda con rumbo desconocido hacia la montaña “de manera voluntaria y sin la intervención de terceros”.
“Él decidió irse, estoy convencida de eso. Un poco por los mensajes que mandó cuando estaba arriba en la montaña, antes de perder la comunicación. Él es amante de la naturaleza, iba a investigar. También me habló de la vida de ermitaño, que era algo que lo atraía; que quería explorar y cumplir el sueño de vivir unos días en la montaña. Me dijo que iba a pasar la noche ahí; hablaba de buscar un refugio, pero tampoco me dijo cuando iba a volver”, contó María.
Desde las primeras horas de su búsqueda, los investigadores intentaron identificar el lugar exacto donde se encontraba aquel paisaje de montaña que Federico había mostrado en las fotos. Para ello se recurrió a la experiencia de baqueanos y conocedores de la zona, aunque sin éxito.
También fue citado un geólogo para determinar en qué lugar podrían crecer las plantas captadas en las fotos, pero la conclusión fue amplia: “En cualquier zona de alta montaña”.
En paralelo se trianguló la señal que emitió su celular con la antena de la empresa de telefonía y la casa de Huerta Grande, con el objetivo de establecer una zona de búsqueda. El resultado fue la demarcación de un amplio sector ubicado hacia el oeste de la Ruta 38, en el límite de Huerta Grande y Villa Giardino.
Durante 25 días, una veintena de efectivos de distintas fuerzas de seguridad, entre ellos de la comisaría de Huerta Grande; el ETAC; el DUAR; bomberos de los cuarteles de La Falda, Villa Giardino y personal de Defensa Civil local, rastrillaron un total de 50 kilómetros cuadrados de campo, montaña y sectores agrestes en los alrededores de la vivienda.
También se lo buscó desde el aire con drones y durante un par de jornadas se sumó un helicóptero que sobrevoló la zona demarcada por la triangulación. Se chequearon filmaciones de terminales de ómnibus; el ingreso de hombres sin identificar en hospitales y otras instituciones y se entrevistaron a vecinos de su departamento en la Ciudad de Córdoba.
Jamás se encontró un sólo elemento que conecte con Federico. Tampoco su teléfono celular.
En simultaneo al operativo guiado por la Fiscalía, María y Rafael -papá de Federico- emprendieron su propia búsqueda. En los días posteriores a la desaparición recorrieron zonas rurales hacia el oeste de Huerta Grande consultando si alguien había visto a Federico. En todos los lugares dejaron su foto.
Incluso hoy continúan organizando recorridos, con la esperanza de encontrarlo lejos del punto de partida: “Recorremos lugares en Córdoba. Básicamente para el lado que nosotros pensamos que él se fue. Hemos andado mucho y ahora tenemos también la idea de recorrer comunidades autosuficientes de la zona para ver si está ahí”.
Finalmente, sobre cómo vive la familia la ausencia de Federico, María señaló: “Todos cambiamos en cierto modo. Siempre fuimos de viajar; contemplar los paisajes y detalles de lo que nos rodea. Ahora, hace un año que tenemos la vista atenta en ver a las personas que son parecidas a él físicamente o que caminan parecido. Nos ha pasado, y a amigos de él también, de ir en el auto ver a un hombre y volver para asegurarnos si es o no Fede. Algunas cosas todavía se disfrutan, pero es distinto”.
Federico Nicolás Bono es de contextura física delgada; cabello corto de color rubio-rojizo; mide 1.78 y tiene un tatuaje chiquito de una víbora cobra egipcia en uno de sus brazos a la altura del húmero.
Cualquier información sobre el paradero puede informarse al teléfono de la Unidad Judicial de La Falda 03548-422834 o a los Tribunales de Cosquín 03541-454985 (Interno: 56261 – 56156).
